La economía estadounidense siempre nos ha parecido indestructible, y no faltan ejemplos para reforzar esta hipótesis. Sobrevivió a una pandemia, una inflación desbocada y subidas de tipos de interés que harían temblar hasta al más valiente, pero ahora enfrenta un nuevo enemigo: el propio presidente Donald Trump y su autoproclamada guerra comercial. Sí, el mismo hombre que prometió hacer América grande otra vez parece empeñado en demostrar que, en realidad, lo suyo es hacerla más pequeña, más lenta y más cara.
Los economistas, seres que suelen hablar en un lenguaje críptico para no espantar a la gente, están ahora sí asustados: las políticas de Trump son una receta perfecta para menos empleos, un crecimiento más lento y precios más altos. Pero, ¿quién necesita empleos, crecimiento y precios bajos cuando puedes tener *tarifas*? Ah, sí, esas maravillosas tarifas que Trump ha decidido imponer de la noche a la mañana: un 25% sobre la mayoría de los productos provenientes de México y Canadá (porque, claro, ¿qué mejor manera de tratar a tus vecinos que con un puñetazo económico?) y un 10% adicional sobre las importaciones de China.
Y, como era de esperar, los afectados no se han quedado de brazos cruzados. Canadá y China ya han anunciado tarifas retaliatorias, mientras que México, con la paciencia de un santo, está esperando hasta este fin de semana para devolver el golpe. Porque, ¿qué sería de una guerra comercial sin un poco de drama y mucho de pérdidas?
### El consumidor: el gran perdedor (como siempre)
Diane Swonk, economista jefe de KPMG, ha señalado que estas tarifas no solo son un shock de precios, sino que también podrían matar la demanda. ¿Por qué? Porque, sorpresa, los consumidores podrían empezar a retraerse y las empresas, enfrentadas a una incertidumbre que ya roza lo cómico, podrían frenar la inversión y la contratación. Vamos, que si ya estabas preocupado por el precio de los aguacates, prepárate para pagar el doble o hasta el triple por tu guacamole mientras te quedas sin trabajo.
Swonk incluso ha sugerido que una recesión para principios del próximo año no está fuera de discusión. Y no solo en Estados Unidos, sino en todo el continente, dado que Canadá y México dependen en gran medida de las exportaciones al mercado estadounidense. Así que, en resumen, Trump no solo está jugando con fuego, sino que está rociando gasolina sobre todo el vecindario.
### Stagflation: el regreso de los 70
Si Trump sigue adelante con todas sus amenazas, la tasa efectiva de tarifas sobre los aproximadamente 3 billones de dólares en importaciones estadounidenses podría dispararse al 16% para 2026, desde un modesto 3% actual. ¿Y qué significa eso? Pues que estaríamos hablando de la tasa más alta desde 1936, en plena Gran Depresión. Y, por si fuera poco, estaríamos flirteando con la estanflación, ese cóctel tóxico de crecimiento débil, desempleo alto e inflación persistente que hizo de los años 70 una década tan *especial*.
### Los mercados: de la euforia al pánico
Mientras tanto, los mercados, que habían esperado hasta el último minuto que Trump estuviera faroleando, ahora están en modo pánico. El índice S&P 500 ha sufrido pérdidas significativas desde que Trump descartó cualquier esperanza de un indulto de última hora para las tarifas. Y los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense han caído a los niveles más bajos desde octubre. Vamos, que los inversores están tan nerviosos que parecen estar corriendo hacia cualquier cosa que no sea acciones.
### El discurso de Trump: ¿más de lo mismo?
Trump, que ha pasado los últimos años quejándose de los déficits comerciales y acusando a Canadá y México de no hacer lo suficiente para detener el flujo de fentanilo hacia Estados Unidos, se dirigirá al Congreso esta noche. ¿Qué dirá? Probablemente más de lo mismo: que él es el único que puede arreglar todo, que los demás son unos aprovechados y que, si no te gusta, puedes irte a vivir a Canadá (aunque, con las tarifas, quizás no sea la mejor idea en este momento).
### Las empresas: el juego de la espera
Mientras tanto, las empresas están en modo "esperar y ver". Brian Cornell, CEO de Target, ya ha advertido que los consumidores verán aumentos de precios en los próximos días, especialmente en los alimentos importados de México. Y no es el único. Walmart y Best Buy también han lanzado advertencias sombrías sobre sus expectativas para 2025.
Jack Kleinhenz, economista jefe de la Federación Nacional de Minoristas, ha señalado que las pequeñas empresas enfrentarán decisiones aún más difíciles, ya que no tienen el poder de negociación de las grandes corporaciones para compartir los aumentos de costos. Así que, en lugar de invertir y contratar, es probable que simplemente se retraigan. Porque, ¿para qué arriesgarse cuando el futuro es más incierto que un tuit de Trump a las 3 de la mañana?
### La Fed: entre la espada y la pared
Y luego está la Reserva Federal, esa institución que siempre parece estar entre la espada y la pared. ¿Debería preocuparse más por el riesgo de una inflación más alta o por el posible golpe al crecimiento y el aumento del desempleo? Hasta hace poco, la Fed parecía tener lo mejor de ambos mundos: consumidores gastando a lo loco, inversión federal apoyando la expansión y una inflación que caía a medida que las cadenas de suministro globales se recuperaban de la crisis del COVID-19.
Pero ahora, con las acciones de Trump añadiendo riesgos a todos esos aspectos, la Fed podría enfrentarse a un dilema similar al que enfrentó Paul Volcker en los 80: ¿arriesgarse a una recesión para controlar la inflación? Alberto Musalem, presidente de la Fed de St. Louis, ya ha insinuado que un escenario menos favorable es plausible: una inflación que se estanca por encima del 2% mientras el mercado laboral se debilita.
### Conclusión: ¿quién necesita enemigos con amigos como Trump?
En resumen, lo que comenzó como una economía elogiada por su resistencia ahora enfrenta un futuro incierto, gracias a las políticas de un presidente que parece creer que las guerras comerciales son "fáciles de ganar". Pero, como bien sabemos, en la economía no hay victorias fáciles, solo consecuencias imprevistas. Y, en este caso, las consecuencias podrían ser tan profundas como el ego de Trump.
Así que, mientras el mundo espera a ver cómo se desarrolla este desastre económico en cámara lenta, una cosa es clara: si Trump sigue adelante con sus tarifas, la única cosa que crecerá será el precio de todo lo que compramos. Y, por supuesto, la factura que tendremos que pagar por su *gran* idea.
¿El lado positivo? Bueno, al menos tendremos algo de qué reírnos en los libros de historia del futuro. Aunque, probablemente, será una risa bastante amarga, especialmente para los que vivimos del lado sur del Río Bravo.