Mexicanos refugiándose en Guatemala. ¿Quién lo hubiera creído?
Y justo cuando el INEGI da a conocer que la gente se siente relativamente más segura.
Fue el mismísimo presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, quien dio a conocer que poco más de 600 mexicanos, hombres, mujeres, niños y hasta mascotas, salieron huyendo de los municipios de Motozintla, Amatenango y Comalapa para refugiarse de la violencia que han generado los cárteles criminales en Chiapas.
No hace mucho que publiqué un editorial sobre la explosiva situación en Chiapas, y los rabiosos seguidores de la 4T me cosieron a vilipendios.
Chiapas es un infierno.
Chiapas está a punto de estallar.
La política de abrazos y no balazos le ha dado manga ancha a los grupos criminales, quienes sin recato secuestran poblaciones enteras y acaban con todo lo que hay allí para después desplazarse a otras comunidades y continuar con la destrucción, generando tensiones tremendas con el zapatismo que se ve superado por el poder de fuego del crimen organizado.
No extraña nada que el primero en intentar desmentir la huida de mexicanos hacia Guatemala fuera el propio presidente Andrés Manuel López Obrador, lo lamentable es que al grupito de corifeos se unió Claudia Sheinbaum.
Por lo pronto organizaciones civiles guatemaltecas están solicitando con carácter de urgente agua, cobijas, ropa en buen estado, alimentos no perecederos y toallas femeninas para atender a la avalancha de mexicanos que se están refugiando en Guatemala para escapar de la violencia que no puede, ni quiere, ser detenida por parte de las fuerzas federales, pues tienen la orden de dejar tranquilos a los narcotraficantes.
Es trágico que no sólo hayamos permitido llegar a las autoridades a una grado de cinismo siniestro que les permite abandonar tranquilamente a los chiapanecos a su suerte, sino que nosotros mismos vivamos tan tranquilos ante la desgracia de estos pobladores.
Somos un pueblo hipócrita que se vuelca a dejar botellitas de agua y ropa vieja en centros de acopio cuando hay desastres naturales, pero que nos ocultamos cobardemente cuendo se trata de exigir a nuestras autoridades que hagan su trabajo para salvaguardar la vida y las propiedades de nuestros connacionales.
¿Dónde quedó la humanidad que decimos tener?
No... mejor calladitos, no vaya a ser que le quiten la beca a mi abuelita...
Nos engañamos a nosotros mismos. Somos unos farsantes, unos doble cara, unos fariseos, unos mojigatos, unos impostores.
Mientras alimentamos nuestra hipocresía convenenciera, Chiapas arde, y no tarda en explotar.