A veces llegamos a creer que las cosas que pasan son totalmente ajenas a nosotros. Vemos las noticias de cambios radicales en el mundo y lo ...
A veces llegamos a creer que las cosas que pasan son totalmente ajenas a nosotros. Vemos las noticias de cambios radicales en el mundo y lo único que pensamos hacer es adaptarnos a las circunstancias, siempre diciendo que vendrán tiempos mejores. Y la realidad es que no llegan, porque olvidamos que en realidad nuestros actos y nuestros pensamientos son los que tienen el poder de cambiar nuestra realidad.
En un nivel inconsciente, nuestra mente conduce nuestros actos para ayudar a que aquello que creemos que sucederá pueda hacerse realidad. Así, una persona convencida de seducir a alguien o de realizar una venta tiene una probabilidad mucho mayor que quien tiene la expectativa opuesta. Nuestra conducta está condicionada por lo que prevemos que sucederá.
Ya sé que mi fijación con Facebook, Twitter y Whatsapp es crónica, pero pasa que se han vuelto ventanas estupendas para encontrar personas que no ven satisfechos sus deseos, que viven un proyecto fallido tras otro, que aunque hagan terapia, lean libros y asistan a seminarios, sienten que están como al principio. Los estados de estas redes sociales están llenos de letreritos que lamentan la mala suerte, y de personas que dicen que les falta lo que otros tienen. Y lo publican una y otra vez porque no toman conciencia de que sus creencias limitadoras son las que condicionan su vida.
"No merezco que las cosas vayan bien para mí", "Hay otras personas mucho más capacitadas que yo para esto", "Si lo consigo, los demás me envidiarán y perderé su aprecio". Estos mensajes de autoboicot llenan las redes, y para lo único que sirven es para condicionar lo que dicen y hacen quienes los publican, y por ello siempre obtienen resultados negativos.
Uno no obtiene en la vida lo que quiere, sino lo que espera. Jamás podremos alzarnos por encima de las expectativas que tenemos de nosotros mismos. La buena noticia es que podemos construir las expectativas sobre nosotros mismos, y eso implica no sólo confiar en uno mismo, sino también en la disposición de los demás para colaborar con nosotros y ayudarnos en nuestro camino.
La forma en la que nos relacionamos con los demás está marcada por nuestras ideas preconcebidas. Así, la persona que ve a todo el mundo como una amenaza actúa con desconfianza y agresividad, y en consecuencia provoca la misma actitud en los demás. Si mostramos una expectativa de colaboración y amabilidad, atraemos a las personas con esa misma disposición.
En resumen, y citando a Héctor Sánchez, Director de este diario, cambiamos nuestro metro cuadrado e influimos positivamente en el de los demás.
Pero no basta modelar positivamente nuestra mente y confiar en la ley de atracción. También tenemos que crear nuevas circunstancias, y es cuando debemos ubicar nuestros errores, porque así sentamos la base del cambio que necesitamos.
Poco a poco, enmendando los errores de nuestra percepción aumentaremos la calidad de nuestra vida, y eso maravilloso comienza cambiando el escenario de nuestros pensamientos y nuestros actos, en lugar de perder tiempo y energía señalando enemigos o tratando de cambiar a los demás.
jose@antoniozapata.com
En un nivel inconsciente, nuestra mente conduce nuestros actos para ayudar a que aquello que creemos que sucederá pueda hacerse realidad. Así, una persona convencida de seducir a alguien o de realizar una venta tiene una probabilidad mucho mayor que quien tiene la expectativa opuesta. Nuestra conducta está condicionada por lo que prevemos que sucederá.
Ya sé que mi fijación con Facebook, Twitter y Whatsapp es crónica, pero pasa que se han vuelto ventanas estupendas para encontrar personas que no ven satisfechos sus deseos, que viven un proyecto fallido tras otro, que aunque hagan terapia, lean libros y asistan a seminarios, sienten que están como al principio. Los estados de estas redes sociales están llenos de letreritos que lamentan la mala suerte, y de personas que dicen que les falta lo que otros tienen. Y lo publican una y otra vez porque no toman conciencia de que sus creencias limitadoras son las que condicionan su vida.
"No merezco que las cosas vayan bien para mí", "Hay otras personas mucho más capacitadas que yo para esto", "Si lo consigo, los demás me envidiarán y perderé su aprecio". Estos mensajes de autoboicot llenan las redes, y para lo único que sirven es para condicionar lo que dicen y hacen quienes los publican, y por ello siempre obtienen resultados negativos.
Uno no obtiene en la vida lo que quiere, sino lo que espera. Jamás podremos alzarnos por encima de las expectativas que tenemos de nosotros mismos. La buena noticia es que podemos construir las expectativas sobre nosotros mismos, y eso implica no sólo confiar en uno mismo, sino también en la disposición de los demás para colaborar con nosotros y ayudarnos en nuestro camino.
La forma en la que nos relacionamos con los demás está marcada por nuestras ideas preconcebidas. Así, la persona que ve a todo el mundo como una amenaza actúa con desconfianza y agresividad, y en consecuencia provoca la misma actitud en los demás. Si mostramos una expectativa de colaboración y amabilidad, atraemos a las personas con esa misma disposición.
En resumen, y citando a Héctor Sánchez, Director de este diario, cambiamos nuestro metro cuadrado e influimos positivamente en el de los demás.
Pero no basta modelar positivamente nuestra mente y confiar en la ley de atracción. También tenemos que crear nuevas circunstancias, y es cuando debemos ubicar nuestros errores, porque así sentamos la base del cambio que necesitamos.
Poco a poco, enmendando los errores de nuestra percepción aumentaremos la calidad de nuestra vida, y eso maravilloso comienza cambiando el escenario de nuestros pensamientos y nuestros actos, en lugar de perder tiempo y energía señalando enemigos o tratando de cambiar a los demás.
jose@antoniozapata.com