"¡Qué bonito escribes!", me dicen a veces; no puedo evitar sonreír y agradecer el cumplido, porque me parece bastante divertido qu...
"¡Qué bonito escribes!", me dicen a veces; no puedo evitar sonreír y agradecer el cumplido, porque me parece bastante divertido que me reconozcan por la terapia que me he impuesto para exorcizar diariamente a mis demonios.
Escribo de domingo a jueves para el periódico; escribo novelas y guiones de cine en mis tiempos libres; escribo innumerables proyectos, propuestas y planes en mi horario laboral, y escribo cosas que se me ocurren a cada momento para que no se me olviden.
Escribir es, además de terapéutico, descubrir la otra cara de la moneda de la lectura, y es un poder mágico y transformador.
Muchas personas se sienten excluidas de esta actividad, y establecen una clara diferencia entre ellos y "quienes saben escribir", y eso es absurdo, sólo se necesitan dos cosas para abordar la escritura: tener algo que decir y decirlo.
Y, como decía Oscar Wilde, sólo basta dar un paso para entonces iniciar una larga caminata en este camino de las letras; la mejor forma de comenzar es un diario personal, porque no sólo puede ser la llave para iniciarse en la escritura, sino también para cicatrizar las heridas emocionales, crecer, progresar, conocernos mejor; solamente necesitamos una pluma y un cuaderno, o una app gratuita que se puede bajar en Google Play o en la App Store, y 15 minutos de tranquilidad antes de ir a dormir.
Allí podemos volcar todas nuestras ideas y reflexiones sobre nuestro día y ponerlo en relación con nuestros sentimientos, evaluar nuestras respuestas emocionales, poner en perspectiva las situaciones, liberar el estrés, e incluso dormir mejor.
Y no se trata de ser Octavio Paz frente a la hoja o a la pantalla en blanco, de hecho, es mejor no pensar y dejarse llevar por la palabra, así podremos asomarnos a nuestro inconsciente y conectar con realidades interiores que de otra manera seguirían bloqueadas y ocultas.
Intente escribir 15 minutos durante cuatro días seguidos, póngaselo como una tarea y busque el momento del día en el que pueda encontrar paz en ese lapso de tiempo y asegurarse que no será molestado, ponga en modo avión su teléfono si es necesario, abandónese a escribir sin pensar en el qué; deje que las palabras fluyan, que las frases salgan; olvídese del estilo y no se preocupe por la ortografía, escriba sin miedo todo lo que le venga a la cabeza, aunque sean pensamientos locos, vagos o inconexos; no se juzgue, sólo escriba.
Durante esos cuatro días procure no leer lo que ha escrito, hágalo hasta el quinto día, le aseguro que se sorprenderá muy gratamente.
Incluso la tecnología está a nuestro favor para ese ejercicio, es casi seguro que usted tenga WhatsApp, y esa aplicación le permite publicar estados; en vez de colocar imágenes de pensamientos que se encuentran en las redes, intente escribir allí los suyos; no tenga miedo de abrir su lado poético y convierta lo complejo en algo simple y viceversa, explore ese género para entenderse y conectar con el mundo que le rodea; dejarse llevar por la poesía es fortalecer la creatividad, porque la lucha para encontrar la palabra exacta que expresa lo que queremos decir es un ejercicio creativo de primer orden, nos ayuda a valorar la belleza de todas las cosas, incluso las más simples; puede que no lo crea, pero en Facebook y en WhatsApp he leído estupendos poemillas sobre la belleza de un charco de agua, la apacibilidad del cielo, el sabor del pozole, la sonrisa de un niño, el trayecto en camión hacia la casa, el olor de la noche, el próximo encuentro de futbol, el gusto de estar con los amigos y hasta gráciles odas al placer de quedarse en cama.
El novelista inglés Charles Reade dijo: “Siembra un pensamiento y cosecharás un acto. Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino”; de eso se trata esta propuesta. Los pensamientos se entretejen con palabras y, según sea ese hilo, así será el tejido de nuestro destino.
jose@antoniozapata.com
Escribo de domingo a jueves para el periódico; escribo novelas y guiones de cine en mis tiempos libres; escribo innumerables proyectos, propuestas y planes en mi horario laboral, y escribo cosas que se me ocurren a cada momento para que no se me olviden.
Escribir es, además de terapéutico, descubrir la otra cara de la moneda de la lectura, y es un poder mágico y transformador.
Muchas personas se sienten excluidas de esta actividad, y establecen una clara diferencia entre ellos y "quienes saben escribir", y eso es absurdo, sólo se necesitan dos cosas para abordar la escritura: tener algo que decir y decirlo.
Y, como decía Oscar Wilde, sólo basta dar un paso para entonces iniciar una larga caminata en este camino de las letras; la mejor forma de comenzar es un diario personal, porque no sólo puede ser la llave para iniciarse en la escritura, sino también para cicatrizar las heridas emocionales, crecer, progresar, conocernos mejor; solamente necesitamos una pluma y un cuaderno, o una app gratuita que se puede bajar en Google Play o en la App Store, y 15 minutos de tranquilidad antes de ir a dormir.
Allí podemos volcar todas nuestras ideas y reflexiones sobre nuestro día y ponerlo en relación con nuestros sentimientos, evaluar nuestras respuestas emocionales, poner en perspectiva las situaciones, liberar el estrés, e incluso dormir mejor.
Y no se trata de ser Octavio Paz frente a la hoja o a la pantalla en blanco, de hecho, es mejor no pensar y dejarse llevar por la palabra, así podremos asomarnos a nuestro inconsciente y conectar con realidades interiores que de otra manera seguirían bloqueadas y ocultas.
Intente escribir 15 minutos durante cuatro días seguidos, póngaselo como una tarea y busque el momento del día en el que pueda encontrar paz en ese lapso de tiempo y asegurarse que no será molestado, ponga en modo avión su teléfono si es necesario, abandónese a escribir sin pensar en el qué; deje que las palabras fluyan, que las frases salgan; olvídese del estilo y no se preocupe por la ortografía, escriba sin miedo todo lo que le venga a la cabeza, aunque sean pensamientos locos, vagos o inconexos; no se juzgue, sólo escriba.
Durante esos cuatro días procure no leer lo que ha escrito, hágalo hasta el quinto día, le aseguro que se sorprenderá muy gratamente.
Incluso la tecnología está a nuestro favor para ese ejercicio, es casi seguro que usted tenga WhatsApp, y esa aplicación le permite publicar estados; en vez de colocar imágenes de pensamientos que se encuentran en las redes, intente escribir allí los suyos; no tenga miedo de abrir su lado poético y convierta lo complejo en algo simple y viceversa, explore ese género para entenderse y conectar con el mundo que le rodea; dejarse llevar por la poesía es fortalecer la creatividad, porque la lucha para encontrar la palabra exacta que expresa lo que queremos decir es un ejercicio creativo de primer orden, nos ayuda a valorar la belleza de todas las cosas, incluso las más simples; puede que no lo crea, pero en Facebook y en WhatsApp he leído estupendos poemillas sobre la belleza de un charco de agua, la apacibilidad del cielo, el sabor del pozole, la sonrisa de un niño, el trayecto en camión hacia la casa, el olor de la noche, el próximo encuentro de futbol, el gusto de estar con los amigos y hasta gráciles odas al placer de quedarse en cama.
El novelista inglés Charles Reade dijo: “Siembra un pensamiento y cosecharás un acto. Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino”; de eso se trata esta propuesta. Los pensamientos se entretejen con palabras y, según sea ese hilo, así será el tejido de nuestro destino.
jose@antoniozapata.com